Carlos Coello Martínez, ejemplo de dirigente capaz y honorable
El fútbol ecuatoriano tuvo dirigentes respetables y de gran trayectoria. Basta recordar a Manuel Seminario Sáenz de Tejada cuya influencia internacional permitió la afiliación de la Federación Deportiva del Guayas y de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador (Fedenador) a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en 1925. Fue tanto su crédito que este organismo lo nombró consejero y más tarde fiscal. Noticias relacionadas Por Fedenador, por la Asociación Ecuatoriana de Fútbol y luego por la Federación Ecuatoriana de Fútbol pasaron dirigentes de gran trayectoria como Augusto Jijón Terán, nombrado secretario/tesorero de la Confederación Sudamericana de Fútbol; Ferdinand Hidalgo Rojas quien por muchos años fungió de miembro del comité organizador de algunas Copas del mundo, Otón Chávez Pazmiño y Galo Roggiero Rolando, pero quien llegó a las más altas esferas en el balompié mundial fue Carlos Coello Martínez, un lujo en el plano directivo, quien, entre otros méritos, fue el renovador del fútbol ecuatoriano en los últimos 40 años. Ese gran conductor de nuestro fútbol ha rendido tributo a la vida y quienes lo conocimos, fuimos sus amigos y compartimos varias de sus iniciativas tenemos el deber de poner de relieve todo su fructífero paso por el fútbol. Conocí a Carlos cuando ingresamos a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil en 1960 y compartimos banca. La inquietud por el fútbol mostrada en las charlas entre clases hizo que naciera en nosotros una identidad que ha durado 65 años. Publicidad Carlos Coello no entraba aún en las filas directivas del fútbol, pero ayudaba a organizar nuestros recordados torneos interaños. Éramos pocos alumnos en ese tiempo, y esa circunstancia nos daba la oportunidad de jugar aún a los que carecíamos de condiciones, en contraste con los que sí sabían manejar con destreza el balón como René Secaira, Joffre Cello, Rubén Morán, Héctor Hueso Solórano, Jorge Albornoz, Efrén Cobos, Jorge Vaca, Néstor Faytong y otros dominadores del esférico. Carlos Coello Martínez (c) fue dirigente del fútbol ecuatoriano. Foto: Archivo Guayaquil era nervio, músculo y cerebro no solo del fútbol, sino de todo el deporte. Era el tiempo de la “capital deportiva del Ecuador”, que se fue perdiendo lentamente hasta llegar a estos días en que no existe ningún torneo de ningún deporte y en el fútbol ya no nos toman en cuenta en la esfera directiva. Carlos Coello hizo equipo, desde 1968, con Galo Roggiero y Aquiles Álvarez. Los tres coparon Barcelona y construyeron una de las épocas más fructíferas que se recuerden. Barcelona consiguió un bicampeonato (1970/1971), fue el primer club nacional en llegar a semifinales en la Copa Libertadores y protagonizó el episodio más recordado en la historia de la Copa: La Hazaña de La Plata. Entre 1972 y 1973 fue presidente de Barcelona y entre 1979 y 1981 presidió la Asociación de Fútbol del Guayas con gran suceso. Era un personaje de carácter severo, frontal, confrontador cuando en los congresos de la FEF se pretendía disminuir o perjudicar al fútbol guayaquileño. No pedía ni daba cuartel, se imponía por su capacidad argumentativa y el conocimiento de las normas. Publicidad Presidió la Federación Ecuatoriana de Fútbol entre 1981 y 1994: fue miembro del directorio de Conmebol y por el alto aprecio con que lo distinguía Joao Havelange, presidente de la FIFA, llegó a ser miembro del Comité Ejecutivo y presidente de la Comisión del Estatuto del Jugador. Por su ascendiente Ecuador fue sede del Torneo Preolímpico de 1981, de la Copa América 1993 y de la Copa del Mundo Sub 17 en 1995. Eran tiempos en que la caja de la FEF no registraba el gran dinero con que cuenta hoy. Con muy pocos fondos y con auspicios trabajosamente conseguidos, hizo de esos torneos un modelo de organización y manejo escrupuloso de las cuentas. Otra de sus grandes contribuciones fue la contratación de Dusan Draskovic, un técnico europeo que renovó todos los sistemas de conducción de la selección. A diferencia de los entrenadores de hoy, Draskovic vivía en el Ecuador, concurría a los torneos de todas las categorías y recorría el país buscando nuevos valores. El montenegrino produjo una revelación y de sus manos salieron casi todos los jugadores que en 2002 llevaron a nuestro país a clasificar a la Copa del Mundo. Publicidad Los que solo lo conocieron como dirigente a veces áspero y temperamental, no calibraron la calidad humana de Carlos Coello. Recordaré siempre esos almuerzos que compartíamos quincenalmente en la Sociedad Italiana Garibaldi. Los comensales éramos Coello, Silvio Devoto (+), Fernando López (+), Kiko Montenegro (+), Ismael Sánchez (+) y quien esto escribe. La charla era un festival del humor, especialmente por el lado de Carlos y Silvio, tan ocurrentes y llenos de anécdotas del deporte y de la vida misma. Estas horas son de intensa pesadumbre. Cada tanto se despide un amigo de esos que, como en el caso de Carlos Coello, nos dejando par

El fútbol ecuatoriano tuvo dirigentes respetables y de gran trayectoria. Basta recordar a Manuel Seminario Sáenz de Tejada cuya influencia internacional permitió la afiliación de la Federación Deportiva del Guayas y de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador (Fedenador) a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) en 1925. Fue tanto su crédito que este organismo lo nombró consejero y más tarde fiscal.
Por Fedenador, por la Asociación Ecuatoriana de Fútbol y luego por la Federación Ecuatoriana de Fútbol pasaron dirigentes de gran trayectoria como Augusto Jijón Terán, nombrado secretario/tesorero de la Confederación Sudamericana de Fútbol; Ferdinand Hidalgo Rojas quien por muchos años fungió de miembro del comité organizador de algunas Copas del mundo, Otón Chávez Pazmiño y Galo Roggiero Rolando, pero quien llegó a las más altas esferas en el balompié mundial fue Carlos Coello Martínez, un lujo en el plano directivo, quien, entre otros méritos, fue el renovador del fútbol ecuatoriano en los últimos 40 años.
Ese gran conductor de nuestro fútbol ha rendido tributo a la vida y quienes lo conocimos, fuimos sus amigos y compartimos varias de sus iniciativas tenemos el deber de poner de relieve todo su fructífero paso por el fútbol. Conocí a Carlos cuando ingresamos a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil en 1960 y compartimos banca. La inquietud por el fútbol mostrada en las charlas entre clases hizo que naciera en nosotros una identidad que ha durado 65 años.
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Carlos Coello no entraba aún en las filas directivas del fútbol, pero ayudaba a organizar nuestros recordados torneos interaños. Éramos pocos alumnos en ese tiempo, y esa circunstancia nos daba la oportunidad de jugar aún a los que carecíamos de condiciones, en contraste con los que sí sabían manejar con destreza el balón como René Secaira, Joffre Cello, Rubén Morán, Héctor Hueso Solórano, Jorge Albornoz, Efrén Cobos, Jorge Vaca, Néstor Faytong y otros dominadores del esférico.
Guayaquil era nervio, músculo y cerebro no solo del fútbol, sino de todo el deporte. Era el tiempo de la “capital deportiva del Ecuador”, que se fue perdiendo lentamente hasta llegar a estos días en que no existe ningún torneo de ningún deporte y en el fútbol ya no nos toman en cuenta en la esfera directiva. Carlos Coello hizo equipo, desde 1968, con Galo Roggiero y Aquiles Álvarez. Los tres coparon Barcelona y construyeron una de las épocas más fructíferas que se recuerden. Barcelona consiguió un bicampeonato (1970/1971), fue el primer club nacional en llegar a semifinales en la Copa Libertadores y protagonizó el episodio más recordado en la historia de la Copa: La Hazaña de La Plata.
Entre 1972 y 1973 fue presidente de Barcelona y entre 1979 y 1981 presidió la Asociación de Fútbol del Guayas con gran suceso. Era un personaje de carácter severo, frontal, confrontador cuando en los congresos de la FEF se pretendía disminuir o perjudicar al fútbol guayaquileño. No pedía ni daba cuartel, se imponía por su capacidad argumentativa y el conocimiento de las normas.
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Presidió la Federación Ecuatoriana de Fútbol entre 1981 y 1994: fue miembro del directorio de Conmebol y por el alto aprecio con que lo distinguía Joao Havelange, presidente de la FIFA, llegó a ser miembro del Comité Ejecutivo y presidente de la Comisión del Estatuto del Jugador. Por su ascendiente Ecuador fue sede del Torneo Preolímpico de 1981, de la Copa América 1993 y de la Copa del Mundo Sub 17 en 1995. Eran tiempos en que la caja de la FEF no registraba el gran dinero con que cuenta hoy. Con muy pocos fondos y con auspicios trabajosamente conseguidos, hizo de esos torneos un modelo de organización y manejo escrupuloso de las cuentas.
Otra de sus grandes contribuciones fue la contratación de Dusan Draskovic, un técnico europeo que renovó todos los sistemas de conducción de la selección. A diferencia de los entrenadores de hoy, Draskovic vivía en el Ecuador, concurría a los torneos de todas las categorías y recorría el país buscando nuevos valores. El montenegrino produjo una revelación y de sus manos salieron casi todos los jugadores que en 2002 llevaron a nuestro país a clasificar a la Copa del Mundo.
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Los que solo lo conocieron como dirigente a veces áspero y temperamental, no calibraron la calidad humana de Carlos Coello. Recordaré siempre esos almuerzos que compartíamos quincenalmente en la Sociedad Italiana Garibaldi. Los comensales éramos Coello, Silvio Devoto (+), Fernando López (+), Kiko Montenegro (+), Ismael Sánchez (+) y quien esto escribe. La charla era un festival del humor, especialmente por el lado de Carlos y Silvio, tan ocurrentes y llenos de anécdotas del deporte y de la vida misma.
Estas horas son de intensa pesadumbre. Cada tanto se despide un amigo de esos que, como en el caso de Carlos Coello, nos dejando parte de su alma y se llevan una buena porción de la nuestra. Esta es mi despedida llena de tristeza, pero también plena afecto, admiración y gratitud por todo lo que hizo en bien de nuestro fútbol. (O)
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