Crimen organizado en Santa Elena pone la mira en vigilantes de la Comisión de Tránsito del Ecuador.

Oficiales de la Comisión de Tránsito de Ecuador (CTE) han sufrido amenazas del crimen organizado para recuperar vehículos retenidos por contravenciones en Santa Elena. “A nuestro destacamento han llegado en manada, armados, y no hay mucho que podamos hacer”, confiesa un alto funcionario.
"O libera las motos o lo matan"
Un caso que aún se recuerda en los pasillos de la CTE es el de un exdirector provincial del destacamento en Santa Elena, quien fue amenazado directamente en su oficina. “Pusieron un arma de fuego sobre el escritorio de mi coronel, y le dieron un ultimátum, que deje libre las motos o lo mataban”, relató uno de los funcionarios, que se encontró ese día en el destacamento, y quien prefirió no ser identificado.
La intimidación no se detiene ahí. Otro agente fue trasladado con el pase de urgencia a otra ciudad tras recibir amenazas de muerte, mientras que otro de sus compañeros vive acosado por llamadas intimidatorias en las que le exigen devolver los vehículos retenidos.
“Te llaman a cualquier hora, saben quién eres y dónde vives".
En las carreteras de la provincia de Santa Elena, los agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) se enfrentan a una realidad que va más allá del control vial: el acecho constante de bandas criminales que desafían su autoridad con intimidación y violencia.
Los operativos de control, diseñados para garantizar la seguridad y el cumplimiento de las normas de tránsito, se han convertido en un campo de batalla donde los vigilantes no solo lidian con infractores, sino con el temor a represalias que incluyen amenazas de muerte y agresiones directas.
Durante los controles, los motorizados entregan sus documentos —licencia y matrícula— junto con un elemento perturbador: un documento plastificado que exhibe el emblema de una banda criminal, tanto de Los Choneros como de Los Comandos. Se trata de una especie de salvoconducto que, según los delincuentes, les otorga inmunidad.
“Es como si nos dijeran: 'No nos toques, porque tenemos respaldo'”, relata un agente bajo condición de anonimato, por temor a represalias. Este acto no es solo un desafío a la autoridad, sino una advertencia implícita de las consecuencias que podrían enfrentar los vigilantes si persisten en sus labores.
“En el último operativo que mantuve con la policía y la intendencia, uno de estos sujetos me entregó ese documento amenazante, nosotros no podemos denunciar porque se pone en riesgo nuestra vida”, relató el agente, quien asegura que la mayoría de los casos ocurren en el cantón La Libertad. Sin embargo, territorios como Salinas y Santa Elena tampoco son ajenos a esta realidad.
La situación se agrava cuando los vehículos, especialmente motocicletas, son retenidos por infracciones de tránsito. En más de una ocasión, grupos de delincuentes han irrumpido en los destacamentos de la CTE para recuperar los vehículos a la fuerza.
Operativos con protección policial
Ante esta escalada de violencia, los agentes de la CTE han optado por reforzar sus operativos con el apoyo de la Policía Nacional, una medida que busca disuadir a los delincuentes y garantizar la seguridad de los vigilantes. Sin embargo, la colaboración no siempre es suficiente.
En septiembre de 2024, cuatro agentes de la CTE fueron brutalmente golpeados por ocupantes de una camioneta durante un control en Santa Elena. La intervención oportuna de la Policía permitió la captura de tres de los agresores, pero el incidente dejó a los agentes con 48 horas de incapacidad física y una sensación de vulnerabilidad que persiste.
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