Tragedia en Italia: tres hermanos provocan una explosión durante un desahucio y dejan tres policías muertos
14/10/2025Actualizado a las 12:56h. Tres carabineros de las fuerzas especiales mueren en Castel d'Azzano, un pequeño municipio en la provincia de Verona, al norte de Italia, tras la explosión premeditada de un caserío saturado de gas. La Fiscalía investiga a los tres hermanos ocupantes por homicidio. Eran ... las 3:15 de la madrugada de este martes cuando el infierno estalló en una operación policial de desalojo forzoso de un antiguo caserío agrícola ocupado por tres hermanos, quienes durante años habían resistido la orden judicial que los obligaba a abandonar su hogar debido a graves problemas financieros e hipotecarios. Sin embargo, lo que se diseñó como una intervención de alta seguridad se convirtió en una trampa explosiva planeada con macabra frialdad. El estruendo fue tan ensordecedor que fue percibido a más de cinco kilómetros de distancia, según confirmó después el presidente regional, Luca Zaia, quien calificó lo ocurrido como una «auténtica tragedia con un boletín de guerra». La delicada situación de los ocupantes, los hermanos Franco (65), Dino (63) y Maria Luisa Ramponi (59), no era desconocida. Un año antes, en octubre y noviembre de 2024, ya habían neutralizado intentos previos de desalojo, oponiéndose a la llegada del oficial judicial con amenazas de volar la propiedad por los aires. Incluso en una ocasión saturaron el caserío de gas y se subieron al tejado. Otra vez, uno de los hermanos se había rociado con gasolina, amenazando con inmolarse. Ante el evidente peligro, las autoridades judiciales habían planificado esta última intervención con un despliegue extraordinario: además de los bomberos y equipos de emergencia, participaron Carabinieri de Repartos Especiales de Padua y Mestre, y agentes de las Uopi (Unidades Operativas de Pronta Intervención) de la Policía de Estado, especializados en acciones antiterroristas. Se sabía que habría resistencia y se temía lo peor, pero nadie imaginó la magnitud de la acción suicida. Según las primeras investigaciones, el caserío, de dos plantas; había sido convertido en una auténtica bomba de relojería. Se encontraron entre sus ruinas los restos de al menos cinco o seis bombonas de gas y posibles restos de cócteles molotov. Fuentes cercanas a la investigación apuntan a que el ambiente estaba completamente saturado de gas, y la deflagración se habría producido justo al abrirse la puerta de entrada, envolviendo de lleno a la primera línea de las fuerzas del orden y provocando el derrumbe total de la edificación. La sospecha más firme de los investigadores es que fue Maria Luisa Ramponi quien accionó la mecha. Conmoción nacional El balance de la tragedia es estremecedor: tres carabinieri murieron bajo los escombros y quince personas resultaron heridas, entre militares, policías y un bombero, la mayoría con quemaduras y lesiones, aunque afortunadamente fuera de peligro mortal. Los caídos son considerados héroes de la jornada, hombres que acudieron al cumplimiento de su deber, conscientes del riesgo, pero ajenos a la premeditación homicida. Sus nombres son Marco Piffari, de 56 años; Valerio Daprà, también de 56 años, y Davide Bernardello, de 36 años. El ministro de Defensa, Guido Crosetto, rindió homenaje a la memoria de los caídos, afirmando que «han sacrificado su vida cumpliendo hasta el último momento su deber al servicio del país». La conmoción fue expresada por el más alto nivel político: desde el presidente de la República, Sergio Mattarella, que manifestó su «profundo dolor», hasta la primera ministra, Giorgia Meloni, que expresó su pesar por «el sacrificio de quien sirve al Estado y a sus ciudadanos». Fría premeditación Tras la explosión, Maria Luisa y Dino Ramponi resultaron heridos con quemaduras y fueron detenidos de inmediato. El tercer hermano, Franco, logró huir, siendo localizado y capturado horas después en un terreno de su propiedad sin oponer resistencia. Las primeras declaraciones del fiscal jefe de Verona, Raffaele Tito, fueron tan emotivas como contundentes. Tras acudir al lugar y observar el desastre, el fiscal, visiblemente conmovido, declaró: «Ver a los Carabinieri sacados de debajo de los escombros me ha provocado lágrimas. Esta es una tragedia que no tiene igual. Morir así...». El fiscal Tito no dudó en catalogar el hecho como algo «sin duda premeditado» y confirmó que los tres hermanos Ramponi han sido detenidos por homicidio premeditado. Además, la fiscalía está evaluando el posible delito de masacre, un cargo que subraya la intención de causar un número indeterminado de víctimas y la naturaleza terrorífica del acto. Los hermanos Ramponi, agricultores y ganaderos, llevaban diez años enfrentando problemas económicos. Un vecino, bajo anonimato, describió la situación como «desastrosa»: «Habían perdido todo... vivían sin luz, sin gas, como en una cueva. Ahora que les habían embargado todo, decían: «Antes que dejar la casa, la volamos por los aires». Lamentablemente, la amenaza final no fue un farol. En un acto de locura y dese
Tres carabineros de las fuerzas especiales mueren en Castel d'Azzano, un pequeño municipio en la provincia de Verona, al norte de Italia, tras la explosión premeditada de un caserío saturado de gas. La Fiscalía investiga a los tres hermanos ocupantes por homicidio. Eran ... las 3:15 de la madrugada de este martes cuando el infierno estalló en una operación policial de desalojo forzoso de un antiguo caserío agrícola ocupado por tres hermanos, quienes durante años habían resistido la orden judicial que los obligaba a abandonar su hogar debido a graves problemas financieros e hipotecarios. Sin embargo, lo que se diseñó como una intervención de alta seguridad se convirtió en una trampa explosiva planeada con macabra frialdad. El estruendo fue tan ensordecedor que fue percibido a más de cinco kilómetros de distancia, según confirmó después el presidente regional, Luca Zaia, quien calificó lo ocurrido como una «auténtica tragedia con un boletín de guerra».
La delicada situación de los ocupantes, los hermanos Franco (65), Dino (63) y Maria Luisa Ramponi (59), no era desconocida. Un año antes, en octubre y noviembre de 2024, ya habían neutralizado intentos previos de desalojo, oponiéndose a la llegada del oficial judicial con amenazas de volar la propiedad por los aires. Incluso en una ocasión saturaron el caserío de gas y se subieron al tejado. Otra vez, uno de los hermanos se había rociado con gasolina, amenazando con inmolarse.
Ante el evidente peligro, las autoridades judiciales habían planificado esta última intervención con un despliegue extraordinario: además de los bomberos y equipos de emergencia, participaron Carabinieri de Repartos Especiales de Padua y Mestre, y agentes de las Uopi (Unidades Operativas de Pronta Intervención) de la Policía de Estado, especializados en acciones antiterroristas. Se sabía que habría resistencia y se temía lo peor, pero nadie imaginó la magnitud de la acción suicida.
Según las primeras investigaciones, el caserío, de dos plantas; había sido convertido en una auténtica bomba de relojería. Se encontraron entre sus ruinas los restos de al menos cinco o seis bombonas de gas y posibles restos de cócteles molotov. Fuentes cercanas a la investigación apuntan a que el ambiente estaba completamente saturado de gas, y la deflagración se habría producido justo al abrirse la puerta de entrada, envolviendo de lleno a la primera línea de las fuerzas del orden y provocando el derrumbe total de la edificación. La sospecha más firme de los investigadores es que fue Maria Luisa Ramponi quien accionó la mecha.
Conmoción nacional
El balance de la tragedia es estremecedor: tres carabinieri murieron bajo los escombros y quince personas resultaron heridas, entre militares, policías y un bombero, la mayoría con quemaduras y lesiones, aunque afortunadamente fuera de peligro mortal. Los caídos son considerados héroes de la jornada, hombres que acudieron al cumplimiento de su deber, conscientes del riesgo, pero ajenos a la premeditación homicida. Sus nombres son Marco Piffari, de 56 años; Valerio Daprà, también de 56 años, y Davide Bernardello, de 36 años. El ministro de Defensa, Guido Crosetto, rindió homenaje a la memoria de los caídos, afirmando que «han sacrificado su vida cumpliendo hasta el último momento su deber al servicio del país». La conmoción fue expresada por el más alto nivel político: desde el presidente de la República, Sergio Mattarella, que manifestó su «profundo dolor», hasta la primera ministra, Giorgia Meloni, que expresó su pesar por «el sacrificio de quien sirve al Estado y a sus ciudadanos».
Fría premeditación
Tras la explosión, Maria Luisa y Dino Ramponi resultaron heridos con quemaduras y fueron detenidos de inmediato. El tercer hermano, Franco, logró huir, siendo localizado y capturado horas después en un terreno de su propiedad sin oponer resistencia. Las primeras declaraciones del fiscal jefe de Verona, Raffaele Tito, fueron tan emotivas como contundentes. Tras acudir al lugar y observar el desastre, el fiscal, visiblemente conmovido, declaró: «Ver a los Carabinieri sacados de debajo de los escombros me ha provocado lágrimas. Esta es una tragedia que no tiene igual. Morir así...». El fiscal Tito no dudó en catalogar el hecho como algo «sin duda premeditado» y confirmó que los tres hermanos Ramponi han sido detenidos por homicidio premeditado. Además, la fiscalía está evaluando el posible delito de masacre, un cargo que subraya la intención de causar un número indeterminado de víctimas y la naturaleza terrorífica del acto.
Los hermanos Ramponi, agricultores y ganaderos, llevaban diez años enfrentando problemas económicos. Un vecino, bajo anonimato, describió la situación como «desastrosa»: «Habían perdido todo... vivían sin luz, sin gas, como en una cueva. Ahora que les habían embargado todo, decían: «Antes que dejar la casa, la volamos por los aires». Lamentablemente, la amenaza final no fue un farol. En un acto de locura y desesperación, los Ramponi eligieron la violencia extrema, transformando su desesperación personal en una tragedia nacional que ha costado la vida a tres servidores del Estado.
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