Xi presiona a la UE para tomar «la decisión estratégica correcta»: estrechar los lazos con China a costa de EE.UU.
24/07/2025Actualizado a las 16:30h. La imagen es extraña. Xi Jinping, relajado y afable en el centro de la escena, tiende ambas manos para que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se aferre a su izquierda cual colegiala desvalida mientras António Costa, presidente del ... Consejo, se retuerce para agarrar la derecha. Las sensaciones son igualmente extrañas. La Cumbre EU-China iniciada este jueves en Pekín venía a escenificar la celebración del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas y ha acabado escenificando las diferencias fundamentales entre ambos lados. En su intervención inicial, el líder chino ha reiterado su descripción recurrente del mundo, pero seguida de un mensaje con tintes de advertencia. «En medio de una transformación acelerada sin precedentes en un siglo y de un panorama internacional marcado por la agitación y el cambio», hasta aquí la cantinela, «China y Europa deben, una vez más, demostrar visión y sentido de responsabilidad, tomando las decisiones estratégicas correctas que respondan a las expectativas de los pueblos y resistan la prueba del tiempo». Esa «decisión estratégica correcta», consiste, claro está, en profundizar las relaciones con China a costa de Estados Unidos. El régimen confiaba en que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su unilateral guerra comercial reduciría las suspicacias del bloque comunitario sin necesidad de grandes concesiones, la supuesta «ofensiva de encanto» que nunca fue, pero no ha resultado así. La cita de este jueves, de hecho, la primera en persona desde diciembre de 2023, coincide con la recta final de las negociaciones entre Bruselas y Washington, según adelantaba 'Bloomberg', a punto de alcanzar un acuerdo para fijar aranceles del 15%. Xi ha insistido en la «autonomía» de los lazos entre China y la UE, los cuales «no están dirigidos a, dependen de, ni están sujetos a terceros», la condescendiente fórmula con la que el régimen caricaturiza la defensa de los intereses europeos como una subyugación a EE.UU. «Soluciones reales» Costa, por su parte, ha reafirmado la voluntad de «profundizar nuestra asociación bilateral, avanzar de forma concreta en la atención de las preocupaciones con respeto, buena voluntad y honestidad, y trabajar juntos en defensa del multilateralismo». Ahora bien: «Necesitamos avances concretos en cuestiones relacionadas con el comercio y la economía. Ambos queremos que nuestra relación sea equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa», ha añadido. En ese mismo sentido se ha expresado von der Leyen, quien ha caracterizado la coyuntura actual como un «punto de inflexión». «Reequilibrar nuestra relación bilateral es esencial, porque para que sea sostenible, debe ser mutuamente beneficiosa», ha señalado. Por tanto, «es vital que tanto China como Europa reconozcan las preocupaciones mutuas para poder avanzar con soluciones reales». «Avances concretos» o «soluciones reales», las demandas europeas son evidentes y antediluvianas. La UE espera que China aborde cuestiones estructurales en su relación comercial: equilibrar el enorme déficit, controlar el impacto del exceso de capacidad de su industria y ofrecer mejores condiciones de acceso a las empresas europeas en suelo chino. El «desafortunado deterioro de las relaciones entre la UE y China en los últimos años», se debe «en gran medida», según Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio de la UE en el gigante asiático, «a la falta de avances en preocupaciones que Europa viene planteando desde hace tiempo, como el acceso limitado al mercado y la ausencia de condiciones equitativas para las empresas europeas que operan en China, así como a la aparición de nuevas inquietudes, como el efecto distorsionador que la política industrial china podría tener sobre la competitividad industrial europea». El último agravio tiene como protagonista a las tierras raras. Con motivo de la guerra comercial desatada por Trump y el consiguiente intercambio de restricciones, China descubrió el poder de los controles de exportación sobre estos materiales, fundamentales en todo tipo de industrias modernas, sobre los cuales mantiene un monopolio casi absoluto. Así, pese a su intento de atraer a la UE a una causa común frente a EE.UU., comenzó a aplicar estas mismas restricciones a las empresas del Viejo Continente, ante la alerta y exasperación de las autoridades comunitarias. Este episodio ha reafirmado la necesidad de reducir la dependencia europea de China, ya plasmada en los aranceles a la importación de vehículos eléctricos chinos. Escuchando el discurso de Xi, sin embargo, se diría que nada de esto ha sucedido. «La esencia de las relaciones económicas y comerciales entre China y la Unión Europea radica en la complementariedad de sus ventajas y el beneficio mutuo», ha asegurado. «La historia y la realidad demuestran que la interdependencia no es un riesgo, y que los intereses comunes no representan una amenaza [...]. Fortalecer la competitividad no debe basarse

La imagen es extraña. Xi Jinping, relajado y afable en el centro de la escena, tiende ambas manos para que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se aferre a su izquierda cual colegiala desvalida mientras António Costa, presidente del ... Consejo, se retuerce para agarrar la derecha. Las sensaciones son igualmente extrañas. La Cumbre EU-China iniciada este jueves en Pekín venía a escenificar la celebración del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas y ha acabado escenificando las diferencias fundamentales entre ambos lados.
En su intervención inicial, el líder chino ha reiterado su descripción recurrente del mundo, pero seguida de un mensaje con tintes de advertencia. «En medio de una transformación acelerada sin precedentes en un siglo y de un panorama internacional marcado por la agitación y el cambio», hasta aquí la cantinela, «China y Europa deben, una vez más, demostrar visión y sentido de responsabilidad, tomando las decisiones estratégicas correctas que respondan a las expectativas de los pueblos y resistan la prueba del tiempo».
Esa «decisión estratégica correcta», consiste, claro está, en profundizar las relaciones con China a costa de Estados Unidos. El régimen confiaba en que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su unilateral guerra comercial reduciría las suspicacias del bloque comunitario sin necesidad de grandes concesiones, la supuesta «ofensiva de encanto» que nunca fue, pero no ha resultado así.
La cita de este jueves, de hecho, la primera en persona desde diciembre de 2023, coincide con la recta final de las negociaciones entre Bruselas y Washington, según adelantaba 'Bloomberg', a punto de alcanzar un acuerdo para fijar aranceles del 15%. Xi ha insistido en la «autonomía» de los lazos entre China y la UE, los cuales «no están dirigidos a, dependen de, ni están sujetos a terceros», la condescendiente fórmula con la que el régimen caricaturiza la defensa de los intereses europeos como una subyugación a EE.UU.
«Soluciones reales»
Costa, por su parte, ha reafirmado la voluntad de «profundizar nuestra asociación bilateral, avanzar de forma concreta en la atención de las preocupaciones con respeto, buena voluntad y honestidad, y trabajar juntos en defensa del multilateralismo». Ahora bien: «Necesitamos avances concretos en cuestiones relacionadas con el comercio y la economía. Ambos queremos que nuestra relación sea equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa», ha añadido.
En ese mismo sentido se ha expresado von der Leyen, quien ha caracterizado la coyuntura actual como un «punto de inflexión». «Reequilibrar nuestra relación bilateral es esencial, porque para que sea sostenible, debe ser mutuamente beneficiosa», ha señalado. Por tanto, «es vital que tanto China como Europa reconozcan las preocupaciones mutuas para poder avanzar con soluciones reales».
«Avances concretos» o «soluciones reales», las demandas europeas son evidentes y antediluvianas. La UE espera que China aborde cuestiones estructurales en su relación comercial: equilibrar el enorme déficit, controlar el impacto del exceso de capacidad de su industria y ofrecer mejores condiciones de acceso a las empresas europeas en suelo chino.
El «desafortunado deterioro de las relaciones entre la UE y China en los últimos años», se debe «en gran medida», según Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio de la UE en el gigante asiático, «a la falta de avances en preocupaciones que Europa viene planteando desde hace tiempo, como el acceso limitado al mercado y la ausencia de condiciones equitativas para las empresas europeas que operan en China, así como a la aparición de nuevas inquietudes, como el efecto distorsionador que la política industrial china podría tener sobre la competitividad industrial europea».
El último agravio tiene como protagonista a las tierras raras. Con motivo de la guerra comercial desatada por Trump y el consiguiente intercambio de restricciones, China descubrió el poder de los controles de exportación sobre estos materiales, fundamentales en todo tipo de industrias modernas, sobre los cuales mantiene un monopolio casi absoluto. Así, pese a su intento de atraer a la UE a una causa común frente a EE.UU., comenzó a aplicar estas mismas restricciones a las empresas del Viejo Continente, ante la alerta y exasperación de las autoridades comunitarias. Este episodio ha reafirmado la necesidad de reducir la dependencia europea de China, ya plasmada en los aranceles a la importación de vehículos eléctricos chinos.
Escuchando el discurso de Xi, sin embargo, se diría que nada de esto ha sucedido. «La esencia de las relaciones económicas y comerciales entre China y la Unión Europea radica en la complementariedad de sus ventajas y el beneficio mutuo», ha asegurado. «La historia y la realidad demuestran que la interdependencia no es un riesgo, y que los intereses comunes no representan una amenaza [...]. Fortalecer la competitividad no debe basarse en levantar muros o barreras, ya que la desvinculación y la ruptura de las cadenas de suministro solo conducen al aislamiento».
Cambio climático
Cuestiones comerciales aparte, el segundo gran punto de fricción es la guerra de Ucrania. La UE ambiciona que China emplee su influencia sobre Rusia para facilitar el fin de la guerra. En ese sentido, la inesperada franqueza del ministro de Exteriores Wang Yi en su reunión a principios de mes con la Alta Representante Kaja Kallas. Según recogió el diario 'South China Morning Post', el mandatario aseguró entonces que su país no quiere ver una derrota de Rusia en Ucrania, pues eso permitiría que EE.UU. focalizara su atención en China.
Entre tanta confrontación, no obstante, hay algún espacio al entendimiento. Quizá el mayor fruto de esta cumbre sea la firma de un comunicado conjunto en materia de cambio climático. Las bases del mismo se sentaron durante la visita la semana pasada a la capital china de la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión, Teresa Ribera, quien presidió el Sexto Diálogo de Alto Nivel China-UE sobre Medio Ambiente y Clima junto al viceprimer ministro Ding Xuexiang.
La exvicepresidenta española reconocía ya entonces que, en este delicado momento, la agenda climática «es quizá el área en la que [ambos lados] estamos más cómodos». «Nuestra cooperación en materia de cambio climático es un ejemplo importante, y espero que, como resultado de la cumbre de hoy, podamos emitir un sólido mensaje político conjunto de cara a la COP 30 en Brasil», ha subrayado Costa.
Los mandatarios europeos mantendrán esta tarde una reunión con el primer ministro Li Qiang. Después ofrecerán una rueda de prensa conjunta en la delegación de la UE, donde ofrecerán más detalles sobre sus interacciones, para comprobar hasta qué punto los apretones de manos, además de extraños, han resultado también provechosos.
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